Al leer este título, muchos de vosotros os pensaréis que no tiene sentido alguno, o que son términos (vida y semáforo) sin relación alguna. Para mí, están muy relacionados, puesto que el semáforo representa la vida de manera fiel.
Nosotros tenemos una larga carretera que recorrer hasta llegar al final, con numerosos obstáculos que pueden causar grandes daños a nuestro vehículo (pinchazo de ruedas, escasez de gasolina, fuga de aceite...), pero a lo largo de nuestra carretera existen muchos semáforos. Unos nos muestran que debemos parar sí o sí (rojo), otros nos incitan a decidir lo que más nos conviene, aplicando nuestros propios juicios (ámbar) y finalmente existen otros que nos indican que sigamos adelante, que vamos correctamente (verde).
Queridos lectores, saliendo de metáforas, considero que no tenemos la suerte de tener unos semáforos físicos para poder verlos en todo momento, pero creo que si enfocas de esta manera el uso de la conciencia para decidir cada cosa y nos basamos en nuestros pequeños semáforos del interior (ley natural), todos seremos capaces de alcanzar el final de la carretera sin daños o problemas en el vehículo que nos hagan desviarnos de nuestro camino.
Ignacio R-T
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